Música y neurociencia, un viaje y un reencuentro
Si el principio del siglo XX estuvo marcado por la innovación pedagógica de compositores, investigadores y pedagogos, surgiendo lo que en la actualidad denominamos pedagogías activas de la música, los inicios del siglo XXI en educación musical vienen marcados por los avances tecnológicos que permiten comenzar a conocer qué ocurre en nuestro cerebro cuando creamos, escuchamos o interpretamos música.
Nos interesa explorar estos nuevos descubrimientos desde diferentes miradas. Como organizadores de actividades musicales en vivo, como profesionales vinculados a la educación y la mediación musical, nos interesa saber hasta qué punto las acciones que realizamos —en las que el sonido y la música en vivo son las protagonistas— son transformadoras, y el impacto que tienen en las personas desde el punto de vista de la neurociencia.
Las pedagogías activas exploraron, confirmaron y desarrollaron la relación entre la práctica, creación, estudio y escucha de la música y nuestro mundo psicológico y emocional. La neurociencia nos invita a viajar al centro mismo de nuestro universo interior, mostrándonos en tiempo real las diferentes áreas del cerebro que se activan con la vivencia musical en sus diferentes formas, lo que nos permite constatar los beneficios que trae consigo y confirmar la intuición planetaria del aporte que la música puede suponer para nuestra salud física, mental y emocional.
Este conocimiento incipiente de lo que ocurre en el cerebro cuando practicamos música tiene implicaciones directas en la educación, no sólo en la musical sino en el concepto más amplio de la educación, ya que cada vez son más las voces de expertos que, en base a los resultados de sus investigaciones, nos hablan de los beneficios que la práctica musical conlleva para el desarrollo integral de las personas, potenciando además el desarrollo de competencias diversas, como la lingüística o la matemática entre otras.
Así, la música, avalada por la neurociencia, adquiere actualmente una nueva dimensión que la sitúa como una de las manifestaciones artísticas más trascendentes para la evolución y el desarrollo del ser humano. Muchos son aún los misterios por descubrir en nuestro cerebro, muchas son también las posibilidades que intuimos pero aún nos sabemos cómo plasmar. También las diferentes funciones que tendrá la música en futuro son una incógnita. Pero en todo caso, parece como si las nuevas revelaciones que traen consigo las investigaciones actuales viniesen a propiciar un reencuentro entre la creencia en las virtudes de la música en la antigüedad y los beneficios que, ahora sabemos científicamente, aporta la música a nuestras vidas.
El X Encuentro ROCE propone un espacio para, de la mano de expertos en neurociencia, música y educación, clarificar conceptos, actualizar conocimientos y situarnos ante la realidad actual de las diferentes investigaciones en marcha sobre la materia.